Yo miro la luna con detenimiento porque es hermosa, me da una extraña sensación de paz.
De alguna manera me hipnotiza, me hace olvidar, me transporta.
Pero hay una razón más fuerte e importante por la que la observo.
Esa razón no tiene nombre, ni rostro, ni siquiera tiene voz.
Pero sí tiene ojos.
La razón por la que veo la luna es porque tengo la esperanza, porque sé que mientras
yo miro la luna su luz se refleja en sus ojos. Sí, cuando una persona mira la luna puedes ver en su pupila
el reflejo de la luna, y del mismo modo tus ojos se reflejan en la luna.
Miro la luna porque es mi forma de verlo. Yo sé que él, quien quiera que sea, mira la luna, o por lo menos
la ha visto alguna vez, y es así como nos hablamos, es así como nos miramos.
No sé si el piensa en mí, pero si mira la luna piensa en la luna, y si yo miro la luna pienso en él.
Por lo tanto nuestro pensamiento se une. Y es en ese instante, en el instante en que me doy cuenta que sus ojos se reflejan en la luna y la luna se refleja en mis ojos, en ese momento le digo mis secretos. Y él sin saberlo se los lleva consigo, los guarda en silencio.
Y algún día los dos estaremos juntos, frente a frente, ya no tendremos que mirarnos a través de la luna, porque a partir de ese día; la luna nos estará viendo.
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