" ... Entonces la bruja, al ver revelada su identidad por Luci la maldijo:
- Pagarás por tu osadía, a partir de ahora la desdicha caerá sobre ti"
- No puede ser otro cuento cliché.
Se dijo Agnes así misma. De nueva cuenta había declarado la guerra, y esta vez era en contra de alguien peor. Apenas se había recuperado de la batalla anterior, resulta que logró vencer al Señor del Branding, pero no fue la hazaña heroica que había deseado. Sus tropas no lograron desfilar triunfantes por las calles de ciudad Cerebro. Resulta que para un general no hay nada peor que ver a un ejército aliado ganar la que era su batalla, y eso fue lo que sucedió. Simplemente al buscar más ideas con sus colegas militares el general Charles (su padre, literal y no metafóricamente) era quien había disparado la palabra mágica que fuera el tiro de gracia en contra del señor del Branding.
Sí ganaron la guerra, pero para el orgullo de Agnes no haber sido ella sino otra persona quien derrotara al enemigo representaba una gran deshonra.
Pues ahora con tan pocas semanas de paz en su cabeza, de nueva cuenta había tenido que reunir a sus ordas. Esta vez el enemigo era diferente, esta vez la batalla era contra alguien todavía más despiadado y cruel. Esta vez la batalla del pensamiento creativo debía librarse contra " EL SEÑOR DE LA LITERATURA" así es. El amo y señor de toda trama, argumento, personajes, ambientes y diálogos que son requeridos para crear una única y GENIAL NARRACIÓN FICTICIA.
Esta batalla era diferente a la que se da en campo abierto con cañones y armas. Esta batalla era más como un concurso de repostería fina, porque a diferencia de la batalla librada por encontrar el nombre para una marca. Aquí se debía entregar productos un tanto elaborados, o ya medio preparados. No bastaba mostrarles ingredientes, para lograr ganar esta terrible "guerra de pasteles", había que darle una rebanada (es decir, resumen) de deliciosas palabras decoradas con un buen título.
Era terrible y angustiante, además altamente empalagoso porque una y otra vez había que probar ideas que resultaban demasiado dulces, demasiado secas, crudas o quemadas. Era una exhaustiva búsqueda de ingredientes perfectos, si echabas mucho villano se salaba la historia, si le añadías poco argumento el postre quedaba insípido. Debías encontrar una mezcla perfecta de ingredientes con cantidades exactas, pues lo único que podría derrotar al SEÑOR DE LA LITERATURA; era un pastel narrativo exquisito, pues al deleitarse con esa única joya de la repostería el sabor lo dejaría sin argumentos y por lo tanto sería el fin de su trama.
A diferencia de la batalla masoquista que se había librado anteriormente en nuestra cabeza, y aunque a Agnes le gustara mucho escribir e inventar nuevas recetas, particularmente a mí me agobiaba, no quería terminar en otro GRAN CLICHÉ de la literatura: Pastel de Chocolate. Sí parecía que había sabores que eran demasiados recurrentes y usados en la historia de la gastronomía retórica, francamente quería usar argumentos más exóticos, más extravagantes, como el tipo de ingredientes que se toman en países del medio oriente, aunque pensándolo bien tal vez el curry sea un cliché en un India, pero de este lado del mundo parezca una sensación culinaria, aunque no sé si me gustaría mucho probar un pastel de curry.
La originalidad era un componente esencial para vencer al enemigo. Aunque para redactar un pastel requieras de conocimientos previos de Repostería lingüística (esto sí tiene lógica, después de todo no usas la lengua para saborear un pastel) aun así la receta debe ser diferente, cuando des a probar al señor de la Literatura el cuento ya terminado no deberá decirte algo como:
- Esta muy rico sabe a La Cenicienta , o le pusiste un poco de Maléfica verdad?-
Eso no debe suceder, sería una nueva derrota, y tendrías que volver a empezar. Cosa que ya le había sucedido a Agnes, resulta que le dió a probar un poco de cliché de cuento. Agnes debía lograr hornear un sabor de pastel único, que no tuviera comparación, que fuera nuevo y diferente a todo lo que ya existe, que fuera inspirador. Además cada ingrediente, cada personaje debía motivarte a ser algo mejor; los cuentos son el tipo de pastel que te inspira a alcanzar la perfección.
A pesar de todos los peros y dificultades, Agnes tenía un as bajo la manga (o en este caso bajo el mandil). Su técnica de preparación sería diferente, no haría lo que habitualmente suele hacerse: Junte los ingredientes y bátalos en un tazón. No, esta vez antes de cernir la harina de palabras y revolver con el polvo para escribir, prepararía una miel especial con la que endulzaría el paster, esta miel sería: el propósito de la historia. Antes de saber a quién le pasaría qué, sabría el porqué al quien le pasaría qué para que escribiera eso. En palabras más claras y en menos trabalenguas, antes de desarrollar la receta de la historia, desarrollaría la razón de la existencia. Con la mínima experiencia que había juntado al enfrentarse a otros señores, había aprendido que todo ente existente en el universo no existente de la mente del autor (me refiero al chef) debía tener una razón de ser, lo que digo es que su existencia en su propio universo literario debía tener sentido, debía poseer una misión, un para qué, un motivo por el cual toda la historia, todo el desarrollo y el destino de la obra (es decir el pastel) llegara a un resultado específico, llegara a cumplir el propósito de su existencia en la no existencia del universo imaginario de la cocina retórica.
Aunado a la razón del ser, Agnes, en esta ocasión utilizaría un elemento sorpresivo que ni el mismo SEÑOR DE LA LITERATURA podría esperar, contaría su propia historia en una alegoría gastronómica para que su enemigo no averiguara que es de ella de quien se trata. (Podría decirse en términos figurativos y utilizando el mismo código connotativo del presente escrito, que le pondría de su sangre como ingrediente principal para la receta de su cuento [suena asqueroso pero es básicamente lo que va a suceder]).
¿Podrá Agnes encontrar una alegoría suficientemente buena para cubrir el sabor de su sangre en el pastel?
¿Podrá Agnes encontrar una metáfora que no tenga que ver con comida o la guerra?
¿Podrá encontrar Agnes el sentido de la existencia de su propio ser en la no existencia del universo imaginario de su mente?
¿Le quedará rico el pastel a Agnes?
Averígüelo en el próximo capítulo de "Manuel del pensamiento creativo"
CONTINUARÁ...
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